Prisioneros

Ser hijos de obreros y obreras es lo que «no habíamos hecho bien». Esa es la marca que llevamos en la frente. La misma que llevaron nuestros padres y madres, abuelos y abuelas, cuando se deslomaban en la obra, en el campo, en la oficina, en la fábrica o limpiando las casas de los señoritos. La miseria que nos vendieron como pasajera venía para quedarse; y los jóvenes éramos solo la avanzadilla de una pauta vital que hoy se extiende como una mancha negra sobre toda la clase trabajadora. Pero somos nosotros, los prisioneros la crisis, quienes estamos también llamados por la historia a romper los barrotes. Con esta colección recordamos que es tiempo de que la rabia, esa que se acumula por generaciones, no se evapore en resignación, sino que se transforme en respuesta.

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